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CRONICA DE UNA «DICTADURA» ANUNCIADA| MARTÍN ALBERTO VIZCARRA CORNEJO (FABULADOR)

 

«Crónica de una ‘Dictadura’ anunciada» | Martín Alberto Vizcarra Cornejo. (Fabulador)

Reseña Literaria:

Con un lenguaje sutil y hostil Vizcarra logra capturar la atención de la sociedad peruana, con aprovechados recursos del miedo e histeria colectiva en los tiempos del Covid-19. Con total maestría logrará instalar simultánea y paulatinamente una solapada dictadura sin apenas darnos cuenta. Su fino militarismo y su estratégica técnica narrativa maquiavélica, ya antes usadas sin duda por terroristas y dictadores de toda la región, nos permite transportarnos a los inefables años del terrorismo peruano. Vizcarra, dueño, heredero y artesano contumaz, de esa tradición latinoamericana de dictadores de extrema derecha y de izquierda, hace gala de su formidable talento, pulso narrativo y charlatanería para cautivar y conmover, día a día en los medios de comunicación subordinados, con una imagen escuálida y enclenque, incompleta de si mismo, con la firme intención de dar, lástima y  pena; y conmocionar al televidente en sus hogares haciéndoles creer que hace denodados esfuerzos por «salvar al país»  Ya sea por persuasión o por cachiporras y bombas lacrimógenas en las calles a todo disidente que se le presente en el camino. Al mejor estilo de un Maduro, Perón, Trujillo, Batista, Videla, Strossner, Noriega o un no por último menos sanguinario, cruel, abyecto e ignominioso: Alberto Fujimori; e incluso logrando superar a sus antecesores, deporte saludable practicado entre dictadores.

Sin lugar y espacio a la crítica y oposición, a la protesta y al reclamo, está monumental obra evoca la memoria y recuento. Y nos anticipa que en pleno siglo XXI, Perú podría ser el mejor de los lugares para soslayar la justicia y colocar firmemente una dictadura perfecta.

Vizcarra, tradicional y renovador, usa a la vez nuevas técnicas de manipulación social (ya antes observadas por N. Chomsky), con rigor y destreza que nos deja entrever que está obra ha sido muy trabajada y elaborada; y aunque todo podría aparentar y mostrarse producto de las circunstancias, el lector perspicaz podrá notar, que todo fue orquestado por su prodigiosa mente autoritaria, he allí dónde radica sus dones dictatoriales. Prueba de ello, es aprovechar satisfactoriamente la crisis mundial sanitaria, para ponerse a buen recaudo del nuevo orden mundial, lejos de la justicia peruana.

En toda la obra, se podrá notar reminiscencias de la derecha de Pinochet en sus mejores años de desaparecidos y muertos; sucesos latinoamericanos como «la noche de los lápices rotos» en Argentina, entre otros capítulos de la historia.

De esta manera Vizcarra, nostálgico y perturbador, nos mostrará una vez más que los modelos socioeconómicos (y las flexibilizaciones laborales) usados en el Chile de Pinochet como el modelo de M. Friedman y los teóricos liberales de la «Escuela de Chicago». Una vez más podrán ser usados en Latinoamérica, en este caso: el Perú. Descartando toda cercanía y asomo con un «ingenuo» John Maynard Keynes.

Éstos ideales, de una mente llena de entelequias, portentoso en su imaginación y desbordante de ego y narcisismo, el autor nos enrostra que no tiene nada que envidiar a un supervillano de «primer mundo» o cualquier antihéroe del Universo Marvel.

No se pierda usted, está extraordinaria historia de futuros desaparecidos, encarcelamientos, bombas, disidentes, prisioneros, sangre, lágrimas, persecución política y exilio.

Si vive usted en el Perú será personaje y testigo de ésta desgarradora historia de suspenso, intriga, horror, policial, terror y realismo fantástico.

John Arévalo.

Ica, 28 de marzo del 2020.

María Gallese, la de Islay

Quién se beneficia si no hay inversión en el sur, la respuesta salta a la vista, los radicales, esos que no piensan en el mañana.

Por Manuel Altamirano

En estos últimos días hemos vivido cerca del infierno con el 5 – 0 que encajó nuestra selección de fútbol frente a Brasil, y hoy tocamos el cielo al pasar a semifinales venciendo en tanda de penales a Uruguay, este escenario me deja la reflexión del trato que recibió nuestro portero Pedro Gallese, era un villano y ahora es un héroe. Extremos muy comunes en nuestro país y en diversos ámbitos, como cuando el presidente Alan García, con sus acertadas políticas económicas, lograba que el país creciera más de 8% anual, era un gran estadista; después cuando dejó de ser presidente era vilipendiado, convirtiéndose así en un ejemplo más de lo que sucede en nuestro país muchas veces contradictorio.

 

Estas contradicciones se profundizan hoy en día en Islay, provincia de Arequipa,  por un lado el proyecto Tía María que con una inversión directa de 1,400 millones de dólares dinamizará la economía del sur y la de todo el país, debido a que: viabilizará tres proyectos que se tienen en cartera como Los Chancas, con una inversión de 2,800 millones de dólares, Michiquillay por 2,500 millones de dólares y una fundición en Ilo con una inversión estimada de 1,300 millones de dólares, es decir, una inyección de 8,000 millones

Perú, país pobre con plata El triunfo del estado de naturaleza en plena era moderna

En el país, sin duda alguna, la empresa brasileña Odebrecht creó una extensa red de corruptela al interior del Estado peruano. Una red que pasó por los gobiernos nacionales de Toledo y Humala, así como por los gobiernos de Jorge Acurio en Cusco y Félix Moreno en el Callao (todos implicados en actos de corrupción), así como en el de Susana Villarán en la Municipalidad de Lima. Todo ello no hace más que reflejar lo que se sabe, que “el roba, pero hace obra” y “la ley del más vivo” están aceptados como estilo de vida en nuestra sociedad. No solo en la política y en la economía, también en nuestra sociedad.

De arriba a abajo, de señor a paje. Está en todos lados. Uno manejando un auto, por cualquier carretera del Perú, se da cuenta de las coimas que se suelen dar los conductores —de todas las clases sociales— a los policías de tránsito. Otro caso, en el Perú, la meritocracia funciona mal o casi no funciona. La preparación, ya sea en universidades nacionales o internacionales, muy pocas veces es valorada. Más sirve la argolla, los contactos o el arribismo. Solo así se puede avanzar como persona en una sociedad peruana tan falta de una integración social positiva.

El desorden formó un orden. Sirve poco el diálogo, escuchar al otro. La calle, como una selva de cemento, campea nuestro sentido común de existencia. El ciudadano y las reglas son un estorbo, o solo funcionan de vez en cuando. Lo normal es sacarle la vuelta a la ley y transgredir las normas sociales de convivencia. Es el triunfo del estado de naturaleza de Hegel, en plena era moderna. 

Parafraseando al Pablo Escobar de la serie de Netflix, el Perú —como sociedad— no piensa como un país rico, sino como un pobre con plata. Lo importante —cuando uno adquiere dinero— es la camioneta, la exhibición, el derroche, mas no la formación humanista o el conocimiento y el ahorro. Me atrevo a decir que la mentalidad capitalista es muy reducida en el país. Existen empresarios y aspirantes a empresarios mercantilistas. No arriesgan. Siempre quieren ir a lo seguro. Y lo más seguro —por lo general— es hacer negocios con el Estado o en el rubro de servicios. No hay pierde en ello.

A esta situación psicológica por la que pasa el país hay que combatirla con políticas efectivas de educación. Mal que bien, este sigue siendo en la mentalidad colectiva nacional un camino seguro para una sociedad más justa y con igualdad de oportunidades.

La responsabilidad virreinal

Hablaré de historia y no de política. Hablaré de la Residencia a los virreyes. Su poder era inmenso. Se le ha clasificado como el “alter rex” americano, como una verdadera imagen del Monarca y hasta como una encarnación suprema del Estado español. Sin embargo, el cargo vicerreal tenía una contingencia que lo limitaba: el Juicio de Residencia. Se han detallado dos contrastes  en el gobierno del Virrey: el ingreso bajo palio y la salida con la Residencia; y el del cuadro optimista y rosado de las Memorias de los Virreyes con los Cuadernos o Expedientes de Residencia. La distancia entre las Colonias y la Metrópoli, la inmensidad de los territorios por gobernar, la irregularidad y restricción de los medios de comunicación, hacían que todo el derecho público indiano reposase sobre una base de desconfianza. En esas circunstancias, los abusos del poder y los posibles desafueros se erigían como enemigos de los intereses de la Corona en América. Para evitarlos y para controlar los excesos es que el Estado español estableció en Indias el régimen de las Residencias y las Visitas. Había, no obstante, una nota que distinguía a estas dos instituciones fiscalizadoras: mientras la Residencia no era considerada lesiva al prestigio o al honor de ninguna autoridad, porque se decretaba siempre de un modo automático, “sin indicar sospecha o recelo alguno hacia el funcionario que la sufre”, la Visita surgía motivada, frecuentemente, por quejas y denuncias graves “como síntoma de insatisfacción por parte de quien las ordena”. Las Visitas, que podían ser generales o especiales, exigían un gran tino por parte de quien las tomaba porque, como sostenía Solórzano, había que temer la “mucha mano y poder” de los que debían ser visitados “y estar y durar, como todavía están y duran en sus oficios, y que así podrían tomar venganza de los que contra ellos se quexasen o depusiesen”. Hay que recordar aquí que las Visitas afectaban al Virrey de manera muy relativa, en cuanto era Presidente de la Audiencia, pero ni aún como tal, el Virrey podía ser destituido o desterrado por el visitador. De donde debe entenderse que del edificio fiscalizador forjado por España para defender el Estado, únicamente el Juicio de Residencia era el que podía aplicarse al Virrey para examinar su conducta. En el Perú actual debemos ejercitar ese mecanismo.

La renovación propositiva en el aprismo

Enrique Valderrama
Publicada en el Diario Expreso
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A partir de hoy, en un esfuerzo descentralizado e intergeneracional, se empezarán, en diversos espacios, a publicar artículos acerca de lo que conceptuamos muchos en el PAP como “La renovación”. Esto para caracterizar nítidamente el término y evitar que se desnaturalice en uno de los momentos más sensibles de nuestra historia. El legado de Haya de la Torre impone seriedad y no abordajes arribistas y vacíos de reflexión y perspectiva social.
Los retos que nos impone el país, con sus nuevos actores sociales, su nueva composición demográfica, la falta profunda de liderazgo político en los últimos años y sumado a todo ello un contexto en el cual la información circula, muchas veces falseada, a una velocidad inimaginable tan solo pocos años atrás, hacen que el aprismo deba tomar su renovación para darle representación política al gran espacio del Perú popular que no se encuentra representado, que no encuentra en la política apoyo en su lucha por progreso y oportunidades y más bien observan al Estado como parte fundamental de sus problemas.
Haya de la Torre canalizó con el surgimiento del aprismo las aspiraciones de un pueblo excluido por la oligarquía de la época, excluído en términos del voto y representación, pero sobre todo excluído de posibilidades de movilización social, bienestar y derechos laborales. El APRA peleó y consiguió en muchas décadas grandes avances sociales y políticos. Lo hizo en base a una lectura social del Perú, a un potente programa orientador de cambio social, a una organización que era funcional a la época y a una estrategia de comunicación que daba cátedra. Nada hubiese sido posible sin mística, quizás lo fundamental, hoy debemos reactualizar propuesta y reactivar la mística. Entiendo así la renovación.
Hoy tenemos que entender que sin una lectura común de los procesos de los últimos 40 años no podremos entender donde y como actúan el día de hoy los intereses contrapuestos a las mayorías populares, los del Stablishment. Debemos entender que sin un nuevo programa de cambio social radical y popular, pero democratizante a la vez, pensado para la lucha de los próximos 25 años, tampoco podremos orientar los esfuerzos próximos en las elecciones locales y las presidenciales cercanas., las que carecerán de elementos estructuradores. En la misma línea sin una estructura orgánica rediseñada y sobre todo digitalizada será difícil que nuestra predica avance. Finalmente todo esto debe contar con una propuesta de comunicación para los próximos 10 años, cuando menos, para dar la pelea a los sentidos comunes que parte de la prensa ha impulsado sobre nosotros la última década.
La renovación en la que creemos es una renovación propositiva en el aprismo, que en base a una idea de Perú, modele su idea de PAP. Una corriente que reafirme nuestro carácter republicano y nuestra tradición nacional, radical y popular.

¿Un Aprismo popular, republicano y radical?

Por: Iván Arenas

Publicado en El Montonero

 

Ni los sociólogos ni los politólogos han podido siquiera interpretar o comprender el inmenso otro Perú. Si hay un gran fenómeno en la sociedad del siglo XXI es la emergencia de un Perú distinto, de clases medias; un Perú mestizo, con voto, propiedad y plena ciudadanía como jamás en la historia de la República. ¿Qué tiene que ver la anterior reflexión con el Apra? Mucho.

 

Incluso antes de la desaparición de García, en el aprismo ha venido surgiendo un intenso debate para que se vuelva a reconstruir socialmente al partido de Alfonso Ugarte. Ya sea reconstrucción o relanzamiento, este partido a tiene distintas vigas que lo sostienen, como la organizacional, la programática y la ideológica.

En la ciencia política se suele decir que un Partido representa y es el cinturón de las demandas, expectativas y voluntades de un sector de la población. Un partido representa, esa es su principal razón de ser. Si hoy el Apra adolece de un bajón circunstancial en la sociedad es porque no ha podido traducir las demandas de este nuevo otro Perú al que nos referimos líneas arriba. Pero, ¿cómo es este otro país amplio, mestizo, emergente y plebeyo?

 

No obstante la diversidad de interpretaciones, una aproximación diría que en el mundo emergente también hay instituciones. ¿A qué nos referimos? A que, en ese sentido, el mercado y quizá la familia sean dos instituciones que tiene de largo que ver en el progreso de este Perú ancho y ajeno. Puno, Huancayo, las ciudades del norte, todas viven un interpretación de un capitalismo a su manera. ¿Qué sería de Puno, por ejemplo, sin el comercio? ¿Creen ustedes que el comunismo de Aduviri podría detener al capitalismo vigoroso de los mercados populares allá? ¡En la vida! Pero este capitalismo regional está combinado con la tradición familiar.

Si el Apra, quiere tener características de partido popular, policlasista y mayoritario, como lo fue en su día, debería mirar a ese Perú plebeyo y emergente, que aún no tiene una representación nítida. No obstante, el tema no queda aquí. El Apra nació con un carácter radical y revolucionario que sirvió de contrapeso y hasta desapareció al marxismo de Mariátegui y al fascismo de Sánchez Cerro en el mundo popular del siglo XX. Seamos sinceros, si el Apra no hubiera tenido para sí a los sectores populares del siglo pasado, el comunismo habría dominado.

 

En ese sentido, el Apra debe volver a enarbolar su carácter radical en el mejor sentido de la palabra. Pero radicalizar no significa enfrentar al establishment de la nueva oligarquía con armas. Todo lo contrario. Radicalizar es hoy extremar la democracia; es decir, hacer que el Estado funcione de manera eficiente y que el mercado no devenga en mercantilismo de unos pocos. Sin embargo, una cosa que ha quedado clara es que si el Apra baja los brazos y se aleja de un discurso y una praxis radical y revolucionaria pasa a convertirse en parte del establishment.

 

Aquí es necesario también recordar la vieja tradición reformista y revolucionaria. Volver a esa vieja tradición revolucionaria y radical —siempre en el mejor sentido de la palabra— sería parte de un discurso que detenga a las estrategias radicales de corte marxista que hoy podrían inundar los sectores populares.

 

Además de todo lo anterior, el Apra debe convertirse en la fuerza republicana que defienda las bases del mejor de los republicanismos. Si hoy el Perú adolece de una república firme es porque, a pesar del crecimiento y el mercado que ha originado la emergencia de un nuevo Perú, aún hay islas que dificultan la creación de ciudadanos, sujetos que necesita la república. Pero si la base de la República son los ciudadanos, la base de la ciudadanía es la propiedad, que en algunos casos es restringida. Como en las comunidades donde no se les reconoce a los pobladores la propiedad del subsuelo, y quizá por ello los conflictos sociales que existen alrededor de la minería.

 

Algunos imaginaron y escribieron columnas, gastando ríos de tinta, para sostener que el problema del Apra era el liderazgo de García. Mala lectura. El problema es que desde el Apra no se interpreta hace mucho correctamente a la nueva sociedad peruana, Renzo Ramos, Miguel Estela, Alan Salinas, Ruth Huamán, Álvaro Castro, entre otros.»

 

RENOVAR EL APRA, SALVAR LA POLÍTICA

Por: Alexander Torres Figallo

Publicado en El Apra Vuelve

El célebre escritor francés Víctor Hugo decía “ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo”. El Apra irrumpió en el escenario del Perú político con una brillante generación de jóvenes, bajo la conducción de Haya de la Torre. Fue un movimiento insurgente que buscó renovar todo con la fuerza de las ideas, un huracán que se alzó contra el establishment anquilosado de la época. Llegó en tiempo predestinado, y en efecto, nadie, ni el ejército pudo detener su voz popular y anti-oligárquica, que resonó en los albores de los años treinta.

Renovar el Apra post- García, desde sus bases a lo largo del país, es una idea inapelable, absolutamente necesaria para su reaparición. Es también su momento, su tiempo impostergable. El fundador del Apra decía: “No hay pueblo o masa buenos o malos; sólo hay dirigentes buenos o malos”. El escrutinio del pueblo aprista fue y es vital para mantener una línea de conducción acertada. Los congresos del Apra se llevaban a cabo incluso en las situaciones más extremas y adversas de persecución. Entonces, no existe razón ni excusa para que se detenga el proceso democrático de recambio de la burocracia partidaria y se abra el debate interno sobre los cambios en el espectro ideológico y programático necesarios para sintonizar con los sectores y clases históricamente identificados con el partido.

El Apra debe reconstruirse, ir a su Congreso de octubre con la consigna de renovar su dirigencia e impulsar un programa mínimo, construido desde la esencia y vigencia de su propia ideología. Debe diseñar un arquetipo organizativo moderno, abierto, social y efectivo que rompa el centralismo y el hermetismo, y conecte con las provincias y su peculiar desarrollo. La organización debe volver a la formación política, a la labor social y a un reencuentro con el Perú popular y clases medias golpeadas por la paralización económica, falta de empleo e inseguridad ciudadana.

El Apra debe primero fortalecerse internamente para recuperar su espacio social, su voto popular -siempre volátil- hoy refugiado en el fujimorismo mercantilista y otras expresiones demagógicas, debe posicionarse en el lugar de la democracia social -hoy huérfana-, y entre los dos extremos que hoy se reparten el poder nacional -la derecha mediática y de las constructoras y la izquierda comunista -caviar-. Debe recuperar Trujillo, su sólido bastión norteño azucarero, algodonero y comerciante. El Apra volverá a ser eje gravitacional cuando sus nuevos actores se hagan visibles, cuando su mensaje social y acciones mancomunadas representan el sentir popular. El Apra tiene una larga marcha por recorrer. La desaparición de García no solo deja un vacío de poder, sino también una expectativa, su deceso puso al partido de Alfonso Ugarte ante la mirada atenta de las colectividades.

El Perú tiene en el Apra garantía democrática, sus activos y pasivos de más de noventa años se asumen bajo el mismo símbolo estelar. Hoy, estamos ante un momento de crisis de representación, descrédito de los partidos, deterioro de la democracia y de ciudadanos desconectados de la política, herencia de la anti-política propia del ajuste neoliberal de los noventa. El Gobierno de Vizcarra, cuyos actores nunca militaron en un partido, son quienes pretenden hacer las grandes reformas políticas, amenazando el sistema democrático y golpeando al primer poder de Estado. La necesidad de un Apra renovado que salve el quehacer político con oficio y radicalice la democracia con justicia social en todos sus extremos es una necesidad para la república y sus objetivos centrales al bicentenario.»

*Cuarto artículo sobre la renovación en el APRA, esta vez publicado en el portal de opinión política «Huku.pe».

Gorriti o el sicariato periodístico al servicio del poder

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Gustavo Gorriti no es un ejemplo de ética profesional, tampoco de escuela periodística, como sí lo es, aunque discrepe de sus comentarios, César Hildebrandt. A lo sumo el ex amigo de Alejandro Toledo tiene como inmensa virtud la de saber rodear al poder para así obtener de primera mano información con la que luego afirmar su notoriedad en alianza con la prensa mayoritaria. Pirotecnia convenida, lobby informativo, con muy poco talento. No hay grandes investigaciones ni menos sesudos análisis, todo es filtración de los grandes amigos dentro de los operadores de justicia. En el Ministerio Público o en el Poder Judicial. En Panamá al parecer no le toleraron mucho sus maniobras.

Sus investigaciones, bajo la plataforma de IDL Reporteros, demuestran claramente un sesgo para escarbar alrededor de los enemigos de la izquierda criolla, centrando más del tercio de su atención en Alan García, demostrando una obsesión por destruir al líder del Apra y dos veces Presidente de la República. Curiosamente alrededor de García no existen factores sólidos que nos lleven a la conclusión de que fue sobornado para impulsar proyecto alguno. Los casos en los que sí hay groseras evidencias son los de Toledo y Kuczynski, este último además de expresidente, expremier del primero. Allí hay un sinnúmero de pruebas e indicios y mucho material para realizar investigaciones potentes. Sin embargo el falso moralizador de Gorriti apenas les dedica a la suma de estos dos exmandatarios el 7 % de su energía. Si eso no es sesgo, nada lo es. Curiosamente estamos seguros de que Vizcarra es el más feliz con el proceder del hombre fuerte de IDL Reporteros.

Sus prácticas son deleznables; acaba de comprobarse –a confesión de parte– de que estaba grabando al fiscal Hamilton Castro; su excusa de que “se le apretó un botón” es tan ridícula como la de Lescano, quien afirma que terceros le manipularon el celular. Gorriti estaba grabando contra su voluntad a un fiscal. Un delito.

Este hombre, entusiasta colaborador de la mafia toledista, contexto en el cual incluso pidió un ministerio, es pieza clave en la falsa e interesada lucha anticorrupción que esgrime Vizcarra. Seguramente el régimen y sus aliados, como Gorriti, irán a buscar, con ayuda de sus fiscales marionetas y de Zoraida Ávalos, un instrumento de la administración, una arbitraria prisión preventiva para Alan García, con lo cual piensan obtener oxígeno por unos meses. Fracasarán.

El ocaso de los Parlamentos

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Los Parlamentos sufren una gran depredación. Pero singularmente el nuestro padece de un gran desprestigio. He pertenecido a Asambleas en las que han estado Haya de la Torre, Sánchez, Heysen, Cox, León de Vivero, Prialé, por el Apra; Polar, Ramírez del Villar, Aramburú, por el Partido Popular Cristiano; Ulloa, por Acción Popular; Del Prado, por el Partido Comunista Peruano; o senadores vitalicios como Fernando Belaunde Terry y José Luis Bustamante y Rivero. Ese tipo de gente ya no está en las ágoras parlamentarias porque el país está en decadencia intelectual. Lo que mejor produjimos en historia, literatura, derecho, política fue la generación del Centenario y la del Conversatorio Universitario (1921): Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea, Jorge Guillermo Leguía, Manuel Abastos, Haya. Lo posterior solo son riachuelos desprendidos de nevados de las cumbres. Por eso no tenemos grandes lideres ni grandes historiadores, ni grandes novelistas (Vargas Llosa no ha logrado superar el impacto social de El mundo es ancho y ajeno). Esa crisis se refleja en el Parlamento de hoy. Y han nacido los popys, que solo sirven para la denuncia y la persecución calumniosa e irresponsable. No son para debates. No tienen ideas. No tienen cultura. Para ellos un artículo titulado “técnica democrática del golpe de Estado” es golpista. Olvidan que viene de un libro de Curzio Malaparte escrito en 1920. Están como los soplones que encarcelaban en los días de Benavides a quienes tenían en sus bibliotecas el libro de Ortega y Gasset La rebelión de las masas. Y aunque la morralla de hoy no vuelva al Parlamento, el unicameralismo por su estructura genética y su origen electoral seguirá pariendo figuras y figurones pigmeos. Los mismos del totalitarismo fujimorista. Los mismos del totalitarismo toledano. Inquisidores que solo sirven para denuncias escandalosas e inciertas. Enumeremos los factores políticos y jurídicos que menguan al Parlamento y que exigen la restauración de un bicameralismo funcional. Es decir, unas cuatro quintas partes elegidas por el pueblo en distrito electoral departamental y en distrito electoral nacional, una quinta parte elegida indirecta e irrevocablemente por los colegios de abogados, las universidades y facultades de Derecho, por el capital nacional y extranjero, Fuerzas Armadas. Factores políticos son: a) espíritu intervencionista del Estado de bienestar (sanidad, trabajo, educación) en virtud de medidas administrativas del Poder Ejecutivo; b) sumisión de la mayoría parlamentaria al Ejecutivo. El papel de freno y contrapeso queda solamente en manos de las minorías.

HAYA O NO HAYA

Víctor Raúl Haya de la Torre, luz que se abrió al oscurantismo y venció al oprobio...

Han transcurrido muchos años desde que asistí por primera vez a un mitin de la fraternidad, ocasión llena de entusiasmo, colorido y multitudes que me remite inexorablemente a la historia de la fecha y, naturalmente, al entrañable valor de cada 22 de febrero en el calendario cívico de la patria.

Con Victor Raúl Haya de la Torre se cimienta el ejercicio de una nueva nacionalidad cuyo patriotismo, expresa adhesión a valores e ideas progresistas que -si bien no se recuerdan en el mejor de los momentos-, si insiste sobre la dimensión del pensamiento de un hombre cuya valía invita a sobreponerse sobre cualquier coyuntura,  celebrando, -a propósito de la fecha de su nacimiento-, una extraordinaria celebración cuyo origen se remonta sin duda, a las austeras convocatorias fraternales realizadas con el joven rector de la Universidad Popular, por obreros y estudiantes en  Vitarte, el año 1921.

En sus casi cien años, el aprismo tuvo que sortear las estrecheces de la clandestinidad y la cruel persecución con éxito para que cada febrero, las paredes hablaran, los cerros se estremecieran y en cada corazón peruano, se sintiera el corear incesante del nombre de Víctor Raúl. Sin autorizaciones, confrontados a mudar de ubicaciones por negaciones administrativas de los gobiernos, pero convocados igualmente, se llenaron avenidas, hablaron las plazas y la palabra del APRA se elevó hacia el espíritu de la peruanidad, haciendo de nuestra fraternidad, una extraordinaria oportunidad para sentir al Perú desde su más íntimo compromiso. Por eso, de marcha en marcha, de mitin en mitin, la suma entusiasta de gente humilde, marca el compás de la muchedumbre que hace suya esta fiesta secular, de la mano de ese extraordinario sentimiento que hermana compañeros y que abre la mirada hacia la realización de objetivos nacionales que superan, incluso, la inquietud partidaria, haciendo de la fraternidad, un momento para la realización unitaria y nacional de cara al  cambio que permita construir ciudadanía, pero exigiendo justicia social.

Fue el propio Haya de la Torre -a quien tuve el honor de acompañar los últimos años de su vida tratando de aprender todo lo que me era posible-, quien insistía en la naturaleza convocantenacional, pedagógica y no personal de esta fecha  que, como era inevitable, dejó de tener efectivamente connotaciones personales y partidarias, para ser, desde hace buen tiempo, la voz de quienes sin poder hablar, expresan su rechazo a todo tipo de dictaduras y autocracias construyendo escenarios de respeto, tolerancia y libertad, compatibles con una verdadera democracia en la que Haya de la Torre siempre asumió, sin temores, su rol de liderazgo ejemplarizador.

Víctor Raúl, que es como lo conoce el pueblo pobre, murió ungido por el voto popular como presidente de la Asamblea Constituyente –donde cobró por sus servicios simbólicamente un sol-, la noche del 2 de agosto de 1979 y su cuerpo inerte, fue llevado en caravana de multitudes hacia la ciudad de Trujillo que fue su cuna y desde entonces se convirtió en su tumba. Allí, en tierras de La Libertad, en medio del hálito de una cultura milenaria, bajo una enorme piedra triangular que parece elevarse hacia el Oriente Eterno, la frase “Aquí yace la luz”, señala el lugar donde fue enterrado, convirtiéndose en centro de peregrinación de quienes siguen mostrando hasta estos días -a pesar del tiempo transcurrido-, respeto y adhesión a su obra y pensamiento  que sin duda lo muestra como un valioso patriota, nacionalista y visionario cuyas ideas siguen vigentes en pleno siglo XXI.

Su heredad superó las fronteras de su partido y nutrió el paradigma en el que su recuerdo se ha convertido. Es referente del progresismo de la Izquierda Democrática Indoamericana y fuente del Socialismo Democrático mundial. A la luz del tiempo, un merecido homenaje hace que la nación lo reclame en tiempos de crisis moral, reconociendo en la vitalidad de su nombre, el faro luminoso de las grandes corrientes del pensamiento revolucionario, aquel que desde 1924 sentó las bases de un auténtico accionar por el cambio y el bien común.