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Gustavo Gorriti no es un ejemplo de ética profesional, tampoco de escuela periodística, como sí lo es, aunque discrepe de sus comentarios, César Hildebrandt. A lo sumo el ex amigo de Alejandro Toledo tiene como inmensa virtud la de saber rodear al poder para así obtener de primera mano información con la que luego afirmar su notoriedad en alianza con la prensa mayoritaria. Pirotecnia convenida, lobby informativo, con muy poco talento. No hay grandes investigaciones ni menos sesudos análisis, todo es filtración de los grandes amigos dentro de los operadores de justicia. En el Ministerio Público o en el Poder Judicial. En Panamá al parecer no le toleraron mucho sus maniobras.
Sus investigaciones, bajo la plataforma de IDL Reporteros, demuestran claramente un sesgo para escarbar alrededor de los enemigos de la izquierda criolla, centrando más del tercio de su atención en Alan García, demostrando una obsesión por destruir al líder del Apra y dos veces Presidente de la República. Curiosamente alrededor de García no existen factores sólidos que nos lleven a la conclusión de que fue sobornado para impulsar proyecto alguno. Los casos en los que sí hay groseras evidencias son los de Toledo y Kuczynski, este último además de expresidente, expremier del primero. Allí hay un sinnúmero de pruebas e indicios y mucho material para realizar investigaciones potentes. Sin embargo el falso moralizador de Gorriti apenas les dedica a la suma de estos dos exmandatarios el 7 % de su energía. Si eso no es sesgo, nada lo es. Curiosamente estamos seguros de que Vizcarra es el más feliz con el proceder del hombre fuerte de IDL Reporteros.
Sus prácticas son deleznables; acaba de comprobarse –a confesión de parte– de que estaba grabando al fiscal Hamilton Castro; su excusa de que “se le apretó un botón” es tan ridícula como la de Lescano, quien afirma que terceros le manipularon el celular. Gorriti estaba grabando contra su voluntad a un fiscal. Un delito.
Este hombre, entusiasta colaborador de la mafia toledista, contexto en el cual incluso pidió un ministerio, es pieza clave en la falsa e interesada lucha anticorrupción que esgrime Vizcarra. Seguramente el régimen y sus aliados, como Gorriti, irán a buscar, con ayuda de sus fiscales marionetas y de Zoraida Ávalos, un instrumento de la administración, una arbitraria prisión preventiva para Alan García, con lo cual piensan obtener oxígeno por unos meses. Fracasarán.