Por: Alexander Torres Figallo
Publicado en El Apra Vuelve
El célebre escritor francés Víctor Hugo decía “ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo”. El Apra irrumpió en el escenario del Perú político con una brillante generación de jóvenes, bajo la conducción de Haya de la Torre. Fue un movimiento insurgente que buscó renovar todo con la fuerza de las ideas, un huracán que se alzó contra el establishment anquilosado de la época. Llegó en tiempo predestinado, y en efecto, nadie, ni el ejército pudo detener su voz popular y anti-oligárquica, que resonó en los albores de los años treinta.
Renovar el Apra post- García, desde sus bases a lo largo del país, es una idea inapelable, absolutamente necesaria para su reaparición. Es también su momento, su tiempo impostergable. El fundador del Apra decía: “No hay pueblo o masa buenos o malos; sólo hay dirigentes buenos o malos”. El escrutinio del pueblo aprista fue y es vital para mantener una línea de conducción acertada. Los congresos del Apra se llevaban a cabo incluso en las situaciones más extremas y adversas de persecución. Entonces, no existe razón ni excusa para que se detenga el proceso democrático de recambio de la burocracia partidaria y se abra el debate interno sobre los cambios en el espectro ideológico y programático necesarios para sintonizar con los sectores y clases históricamente identificados con el partido.
El Apra debe reconstruirse, ir a su Congreso de octubre con la consigna de renovar su dirigencia e impulsar un programa mínimo, construido desde la esencia y vigencia de su propia ideología. Debe diseñar un arquetipo organizativo moderno, abierto, social y efectivo que rompa el centralismo y el hermetismo, y conecte con las provincias y su peculiar desarrollo. La organización debe volver a la formación política, a la labor social y a un reencuentro con el Perú popular y clases medias golpeadas por la paralización económica, falta de empleo e inseguridad ciudadana.
El Apra debe primero fortalecerse internamente para recuperar su espacio social, su voto popular -siempre volátil- hoy refugiado en el fujimorismo mercantilista y otras expresiones demagógicas, debe posicionarse en el lugar de la democracia social -hoy huérfana-, y entre los dos extremos que hoy se reparten el poder nacional -la derecha mediática y de las constructoras y la izquierda comunista -caviar-. Debe recuperar Trujillo, su sólido bastión norteño azucarero, algodonero y comerciante. El Apra volverá a ser eje gravitacional cuando sus nuevos actores se hagan visibles, cuando su mensaje social y acciones mancomunadas representan el sentir popular. El Apra tiene una larga marcha por recorrer. La desaparición de García no solo deja un vacío de poder, sino también una expectativa, su deceso puso al partido de Alfonso Ugarte ante la mirada atenta de las colectividades.
El Perú tiene en el Apra garantía democrática, sus activos y pasivos de más de noventa años se asumen bajo el mismo símbolo estelar. Hoy, estamos ante un momento de crisis de representación, descrédito de los partidos, deterioro de la democracia y de ciudadanos desconectados de la política, herencia de la anti-política propia del ajuste neoliberal de los noventa. El Gobierno de Vizcarra, cuyos actores nunca militaron en un partido, son quienes pretenden hacer las grandes reformas políticas, amenazando el sistema democrático y golpeando al primer poder de Estado. La necesidad de un Apra renovado que salve el quehacer político con oficio y radicalice la democracia con justicia social en todos sus extremos es una necesidad para la república y sus objetivos centrales al bicentenario.»
*Cuarto artículo sobre la renovación en el APRA, esta vez publicado en el portal de opinión política «Huku.pe».