DE LA CUARENTENA A LA SESENTENA
Por: Mauricio Mulder, Presidente de la Comisión Política del Partido Aprista Peruano
Publicado en la página web de la Internacional Socialista – Opiniones
El Perú, país de 32 millones de habitantes, de los cuales 10 millones viven bajo los mínimos de la pobreza, ha contado hasta el día de hoy, 13 de mayo, más de 2 mil muertos en el universo de más de 70 mil portadores del coronavirus. Las cifras son engañosas y muy gruesas. Tirios y troyanos ponderan la rápida determinación de establecer una cuarentena total en el país, iniciada el 15 de marzo y que aún se mantiene hasta el 24 de mayo, si es que no hay una quinta prórroga de la misma. Pero los mismos que recalcaron el inicio temprano de la cuarentena, son ahora muy escépticos con los resultados alcanzados. Primero, porque las pruebas que se hacen solo a personas que se sienten portadores de los síntomas conocidos (tos, dificultades respiratorias, fiebre, etc.) o que son parte de la población vulnerable (adultos mayores, diabéticos, hipertensos u obesos). No se hacen exámenes generalizados a sectores organizados, llámese personal de salud, policías, militares, bomberos. Cuando los congresistas decidieron por su cuenta hacerse el examen, diez de ellos dieron positivos, de un universo de 100 testeados. Sólo dos tenían síntomas. Segundo, porque el que se haya prorrogado cuatro veces el confinamiento, es porque simplemente no ha producido el resultado que se esperaba. Todos suponen que quedarse en casa no solo preserva de estar en situaciones de contagio, sino que con esa medida, la curva de crecimiento de contagio se reduce. Es lo que se llama “llegar a la meseta”, en lugar de una pendiente hacia arriba. Pues bien, no se ha llegado a esa meseta aun, y el crecimiento sigue imparable. Somos el segundo país de América Latina en número de contagios (70 mil) solo por debajo de Brasil, (170 mil) que tiene más de 210 millones de habitantes y estamos por encima de México (38 mil contagiados) pero con 130 millones de habitantes. El factor determinante para ese panorama ha sido, según la mayoría de analistas, el alto nivel de informalidad de la economía peruana. Mas del 70 por ciento de la PEA es informal. No paga impuestos directos, no está en planilla, no declara ingresos, no ahorra, es cuentapropista. Vive al día. Si no sale a la calle no come. Esto se evidenció de manera más clara en el sector de la pequeña y microempresa, por lo general dedicada a proveedora de servicios, sea alimentación, textil, transporte o venta callejera al menudeo. El gobierno creyó que la mano dura era suficiente para impedir las vulneraciones al toque de queda y optó por llevar a la cárcel a los sorprendidos en la calle y ordenó que el Ministerio Público les abra proceso penal y los amenace con un año de prisión efectiva. En sus conferencias de prensa, el jefe de estado Martín Vizcarra dedicaba más tiempo en admonizar a la gente supuestamente “irresponsable” y en amenazarlos con mano dura, que en informar sobre el avance de la pandemia. Llegaron al extremo de establecer días de salida separados para hombres y mujeres, con una “visión no patriarcal” disparando la cifra de los que salían de su casa y aumentando de hecho el contagio. Han ordenado además monitorear el GPS de toda la población, dizque para impedir las aglomeraciones. Pero la sospecha de convertir esa data en arma de seguimiento a políticos de oposición se ha desnudado por completo. Al día de hoy, no se conoce aún algún factor que permita recuperar el optimismo en el decurso de la epidemia. Vizcarra, que desde el inicio de la crisis protagonizaba una conferencia de prensa todos los días a las 12, empezó a espaciar las mismas. Esas conferencias se hacen sin prensa. Los secretarios de la presidencia “escogen” preguntas remitidas con anterioridad y no hay repreguntas. Lo peor es que ha tenido que hacer golpes de timón varias veces y eso dice mucho de su impericia política. A dos días de implantada la cuarentena, sacó a su ministra de salud, Elizabeth Hinostroza, que en los tres días anteriores se escabullía, literalmente, de la prensa y la reemplazó por un médico sin trayectoria clínica pero con currículum como dirigente político y tuitero provocador. Al darse cuenta que los exabruptos del nuevo ministro le generaban problemas y no queriendo caer en el papelón de hacer otro cambio, optó por dejarlo sin atribuciones, creando un ”Comando Covid 19” a cargo de otra funcionaria, Pilar Mazetti, ex ministra de Salud del gobierno de Alejandro Toledo. Las estrategias y responsabilidades de enfrentar la pandemia, son ahora responsabilidad de ese “Comando” y no del Ministerio de Salud, como manda la ley. No es el único ministro en terminar quemado como fusible. El ministro del Interior, Carlos Morán, encargado de la Policía Nacional, fue fulminado de su cargo de la noche a la mañana, presumiblemente por avalar compras corruptas de material de protección para la policía. No se tiene certeza de los hechos ya que casi no existe prensa de oposición en el Perú. La verdad es que la gran prensa peruana, en un 80 por ciento está concentrada en solo dos familias que dependen totalmente del avisaje que les paga el Estado y los ha vuelto rabiosamente oficialistas. Todos los periódicos abren sus portadas con el mismo titular y la televisión se encarga de leerlos en sus noticieros. No hay tiempo para investigar las razones de la caída del ministro del Interior, solo rumores y trascendidos, a pesar de que la medida fue acompañada por la defenestración de alto mando de la Policía. Mientras tanto, Vizcarra y un pequeño grupo de áulicos, buscaron aprovechar las circunstancias para hacer algo de pirotecnia política. Las redes sociales se vieron inundadas por supuestas opiniones reales que hablaban de Vizcarra con el típico lenguaje totalitario de culto a la personalidad que se ha visto tantas veces en la historia. Se le comparaba con Churchill, Mandela y no faltó quien dijera que era un ”dios”. Se quiso aprovechar su cumpleaños, el 22 de marzo, para que en los balcones y ventanas de la ciudad, se le cantara un masivo “happy birthday” y no faltó un alcalde que le enviara pasteles y hiciera reventar luces pirotécnicas. Se encargaron “encuestas” que le dan casi 90% de respaldo político, lo que lo llevó a manifestar que se encontraba muy satisfecho pero que no pensaba ser candidato sino que su único pensamiento es superar la crisis. Típica respuesta política de los que después dicen que cambiaron de opinión